1 feb 2014

EL BAÑISTA, ARTE URBANO Y RESTAURANTE

ESTE RESTAURANTE CERRÓ SUS PUERTAS

Lineros, 6













 











Mañana del 13 de abril de 2012 en el Puente de Miraflores de Córdoba: de repente … ¡un tipo a punto de lanzarse a las aguas del Guadalquivir! ¿Qué pasaría por la cabeza de la primera persona que viera ese instante congelado, el de un “bañista” a punto de lanzarse a las aguas del río? La noticia pronto salto a los medios de una Córdoba que sonreía con una muestra más de arte callejero y anónimo. Bueno, fue anónimo por un tiempo, concretamente hasta que conocimos que los responsables eran los hermanos Gamboa. Procedentes de Argentina, Nino, Matías y Javier, ya habían dejado alguna muestra de sus dotes para el arte urbano. Pero es con esta obra, y su puesta en escena, con la que acaban dándose a conocer.


 Escultura del Bañista en el Puente de Miraflores

Todo pasa y el asunto se diluye. La verdad es que no sabríamos decir cuando fue retirada la escultura ni lo que paso con ella durante algunos meses. La cuestión es que el 25 de enero del pasado año la escultura vuelve a aparecer. Pero esta vez no hubo sorpresa y hasta el periódico daba la noticia: la escultura aparecía en el balcón del número 6 de la calle Lineros y daba nombre a un nuevo restaurante, EL BAÑISTA.

Objetivo conseguido: llamar la atención. Aunque hemos de reconocer que al mismo tiempo se consigue conservar para la ciudad esta simpática obra artística a la que fácilmente podíamos haber perdido la pista. ¿Y lo culinario? Bueno, lo cierto es que teníamos ciertas expectativas sobre el lugar lo que nos llevó a hacerle una visita durante la segunda mitad del pasado año dejándonos una impresión francamente positiva. Tanto, que nos ha llevado a repetir para compartir con vosotros éste que será el primer restaurante de la temporada.

El local, como ya hemos mencionado, se encuentra en la calle Lineros y además en la misma acera en la que, unas decenas de metros más adelante, encontraréis una referencia fundamental en nuestra ciudad: el restaurante Bodegas Campos. Por cierto que el local no es primerizo en esto de la hostelería. Aquí, por ejemplo, estuvo ubicada la disco-taberna “El Soniquete” que dejó para el recuerdo “tapeo”, actuaciones musicales en vivo y al parecer también, unas cuantas denuncias por exceso de decibelios: la cosa no perduró. Más recientemente encontrábamos la “Gastro-Taberna El Gazpacho”, un lugar para tomar tapas con un toque moderno y que nos dejó la curiosa estampa de ver su terracita instalada en la mismísima Plaza del Potro, pero tampoco acabó por fructificar.

 Fachada del local cuando era El Gazpacho



Fachada actual de El Bañista. Solo falta El Bañista asomado a su balcón.

Y así llegamos a nuestro protagonista, El Bañista, una iniciativa de Santiago Madueño, quien también regenta en nuestra ciudad “Distrito Bar”, un establecimiento de copas y mucho más entre Huerta de la Reina y Vial Norte. El restaurante, que ahora acaba de cumplir un año, da un importante giro en julio pasado con la llegada de Claudio Calero que, tras llevar en el pasado las cocinas de restaurantes como Alma y Alterego, toma las riendas del negocio y, por supuesto, de la cocina.

Los platos que presenta Claudio Calero, como ahora veréis por su carta, están basados en el producto de calidad y de procedencias reconocidas en este sentido, lo que incluye lógicamente a nuestra provincia. A esto habría que sumar la indiscutible influencia mediterránea y los toques de fusión. Para que os hagáis una idea, esta es la carta que presenta El Bañista en enero de 2013:

Tapas (realmente raciones y medias raciones)

Tortilla de patatas
Salmorejo cordobés
Ensaladilla
Asadillo de pimientos con Melva
Jamón Ibérico
Queso puro de oveja
Salchichón Ibérico
Chorizo Ibérico
Paté de Perdiz

Rabo de toro
Carrillada Ibérica
Patatas con huevo y jamón

Entrantes

Salmorejo de remolacha y choco
Parrillada de verduras y crema “Alioli” al estragón
Carpaccio de buey, Parmesano y trufa con aderezo de mostaza, cítricos y encurtidos
Torta de Belalcázar, ibéricos y membrillo “ecológico”
Berenjenas confitadas, queso de cabra y mermelada de pimientos

Ensaladas

De tomate de Alcolea, como una “Capresse” – rúcula, mozzarella y albahaca –
De langostinos y frutas tropicales
De queso de cabra, nueces y melocotón

Carnes

Duo de hamburguesas del Valle del Esla
Presa Ibérica del Valle de los Pedroches, boletus, piña y queso
Solomillo de buey, “verduritas” y crema de patata a la vainilla
Magret de Pato, uvas y frutos secos caramelizados “beurre salée”

Pescados

Dorada, aguacate y vinagreta de frambuesa – como un ceviche –
Tartar de atún rojo
Bacalao con tomate
Salmón y soja

Pasta y Arroces

Rissoto de boletus y pato
Rissoto de gambas massala y tomate
“Spaghetti nero di sepia”, crema de anchoas y calamaritos

Postres caseros

Crema de yogur especiado con frutas de verano
Tarta fría de queso al limón
Tarta de chocolate y praliné
Brownie de chocolate y helado de vainilla
Helados y Sorbetes del día


Para el día de nuestra visita éramos cinco personas – incluyendo un niño – y ocupamos una mesa de la planta superior. Efectivamente, el restaurante se distribuye en dos alturas. Nada más acceder, y a pie de calle, una zona para “tapeo” desenfadado con la barra y cocina al fondo. Por otro lado, tras subir una escalera, encontramos la sala para comidas y cenas. Dicha sala se divide a su vez en una estancia principal a la que suma otra más pequeña que mira a la calle a través del balcón donde habitualmente se encuentra la escultura de los hermanos Gamboa. Todo el conjunto tiene un aire tradicional con suelos de loza, paredes blancas, ladrillo, madera o sillas de enea. Aunque nos podemos olvidar tampoco toques de azul en alguno de sus muros – será “el agua” que le falta a su acuático icono – y por supuesto el arte contemporáneo a través de los muchos cuadros que cuelgan de sus paredes.



Salas de la planta superior del restaurante

Tras asentarnos y ojear la carta que os hemos mostrado – también suele haber sugerencias del día –, nos toman nota. Nos decidimos al inicio por dos entradas a compartir: la “Parrillada de verduras y crema alioli al estragón” y la “Ensalada de queso de cabra, nueces y melocotón”. Buena la ensalada y sobre todo las verduras, sabrosas, con sabor y con el curioso acompañamiento del alioli que la verdad nos gustó. Nuestro joven acompañante se decantó por la  “Cuña de tortilla de patatas” incluida en carta, pero no debéis preocuparos si vais con niños porque seguramente os ofrecerán diferentes alternativas como así ocurrió en nuestra visita.

Cuña de tortilla de patatas

Ensalada de queso de cabra

 Parrillada de verduras

Para los segundos tomamos exactamente los cuatro platos de carne que ofrece la carta: el “Dúo de hamburguesas del Valle del Esla”, la “Presa Ibérica del Valle de los Pedroches”, el “Solomillo de buey” y el “Magret de Pato”. Muy bien todas las carnes, especialmente el solomillo de buey, en su punto y tierno. También destacables las hamburguesas, para las que además no ofrecen unos panecillos por si queremos disfrutarlas del modo más tradicional.


 Magret de pato

Solomillo de buey

 Dúo de hamburguesas

Presa Ibérica

Para el postre compartimos un “Brownie con helado de vainilla” y la “Tarta fría de queso al limón”, que ponían el toque fresco a una comida bastante redonda en todos los aspectos. La bebida - una caña, un refresco, un zumo, dos copas de Ribera y una botella de agua mineral - completaba una comanda que ascendió a 105,5 euros.

 Tarta de queso

Brownie con helado de vainilla

Con un precio medio por persona en torno a los 20-25 euros, la relación calidad-precio nos parece equilibrada, y más teniendo en cuenta las cantidades, preparación, calidad de materia prima y buen servicio. Respecto a esto último, hay que indicar que el trato en sala es amable y muy cercano. De ello se encarga habitualmente Álvaro, aunque el propio Claudio Calero suele acercarse hasta las mesas para hablar con los clientes.

 Aperitivo de la casa

Hay dos detalles que no podemos dejar de mencionar. Por un lado el aperitivo gentileza de la casa con el que suelen acompañar la bebida al ser servida. En nuestro caso hablamos de pequeñas rebanadas de pan con queso de Zuheros, membrillo y unas gotas de aceite de oliva - todo muy de la tierra -. Y por otro lado, el aceite cordobés Arbonaida presente en todas las mesas y que merece la pena degustar: un AOVE, coupage de picual y arbequina, procedente de olivos santacruceños, muy cerquita de la capital.

Unos licorcitos, también detalle de la casa , acaban poniendo el punto final a una velada en este restaurante que nos deja buenas sensaciones y en el que, por cierto, esperamos "sumergirnos" muchas veces más.


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