No sabemos que tiene la Ribera para haber resultado tan brillante en lo gastronómico. Ya hemos hablado del resurgir de esta zona de la ciudad en anteriores ocasiones, porque ya son varias las escalas realizadas y no sabemos cuántas nos pueden quedar. Este trozo de la orilla norte del Guadalquivir y las calles aledañas acumulan establecimientos, estilos y ambientes diversos, resultando además atractivos en un porcentaje realmente sorprendente. Tanto es así, que cuando crees estar saliéndote el núcleo de mayor encanto te encuentras con COCINA 33, otro magnifico lugar donde comer.
Hablamos del proyecto ideado por el cocinero cordobés David Carrillo y la extremeña Gloria Santiago. Él en cocina y ella en sala, forman un tándem que funciona a la perfección o esa fue la impresión que nos llevamos. Un reloj con piezas perfectamente engranadas, algo que siempre es de valorar cuando visitas un restaurante. Si a ello le sumamos que te ofrecen la posibilidad de dar una interesante vuelta al mundo culinario sin moverte de tu silla, pues ganan todavía más puntos.
Ocupan el número 24 del Paseo de la Ribera, local pequeñito con una trayectoria muy ligada al mundo hostelero. Según nos dijeron, ya albergó hace muchos años la primera etapa del restaurante La Boca, ahora en la calle de la Feria. Apenas dispone de seis o siete mesas distribuidas en dos semi-alturas. Como vemos, ajustado en tamaño para que el trabajo de nuestra pareja protagonista no se resienta. Desde fuera, es algo difícil de definir, una especie de chiringuito o una izakaya quizás, no sabríamos decir. El interior despide un aire joven y urbano, con mobiliario a base de palets y elementos reutilizados, dando lugar a un estilo algo transgresor. Las paredes, originariamente blancas, se encuentran atestadas de dedicatorias escritas y firmadas a mano. ¡Ojo!, todo ello sin perder ni el orden ni la limpieza.
Interior de Cocina 33
Una vez sentados, descubrimos una carta que, como antes anticipábamos, trae cocina de aquí y de allá. De aquí, los más habituales como el salmorejo, las berenjenas con miel, el flamenquín y, sin haber un estofado, también encontramos el rabo de toro como protagonista de un par de elaboraciones. Y de allá, mucha presencia de platos y elaboraciones de origen asiático: samosas, gyozas, tatakis o fideos. Pero también cocina europea, representada por los risottos, la pasta o el parmentier, y americana, con platos como el ceviche y la entraña asada en otros. A continuación, os mostramos la carta al completo la cual se complementará con algunos platos fuera de carta presentados en la típica pizarra.
No tomamos vino y tampoco vimos de que carta disponen, de modo que no podemos daros información sobre este aspecto.
Éramos cuatro a la mesa y veníamos con ganas de probar cosas diferentes, algo que precisamente nos permite Cocina 33. Comenzamos con dos platos al centro que nos trasladaron culinariamente hasta Japón. Por un lado, las “Gyozas”, típicas empanadillas japonesas en forma de media luna, cocinadas normalmente al vapor o hervidas. En ocasiones se preparan a la plancha -yakigyozas- o se fríen como en este caso. El relleno era a base de pollo, verduras y jengibre, y estaba acompañado de especias y varias salsas destacando la teriyaki al centro.
"Gyozas" de Cocina 33
El otro plato que compartimos fue un “Tataki de pez mantequilla”. El tataki, como ya sabéis, son unos pequeños filetes de carne o pescado macerados y ligerísimamente marcados en la sartén que se sirven apilados unos sobre otros formando una fila. Lo del “pez mantequilla”, pescado habitual en los platos de nigiris o nigirizushi -tipo de sushi en el que se sitúa una tira de pescado sobre una masa de arroz alargada- es algo más difícil de explicar. No se nos ocurrió preguntar por el tipo de pescado para poder decíroslo con precisión, pero esta denominación designa a varios tipos de peces con textura blanda y color amarillento. Centrándonos en la elaboración de Cocina 33, este tataki de pez mantequilla venía acompañado de una salsa agridulce, alga wakame y manzana.
"Tataki de pez mantequilla" de Cocina 33
Y de Japón a casa, ya que el primero de los segundos que os contamos fue el “Flamenquín de ibérico y queso de oveja”. Seguramente, una elección poco arriesgada y que no se ajusta a lo que comentábamos de “probar cosas diferentes”. El caso es que fue inevitable que alguien acabará pidiendo uno de los clásicos cordobeses. A parte del queso de oveja, poca innovación más. La cuestión es que estaba rico.
"Flamenquín" de Cocina 33
Y de Córdoba a Norteamérica con el “Tataki de magret de pato al estilo yankee”. El magret no es otra cosa que la pechuga de un pato cebado, bueno, digamos … bien alimentado. En este caso se presentaba en tataki y con una salsa de sabor barbacoa. Sin duda, un ejemplo perfecto de cocina fusión.
"Tataki de magret de pato al estilo yankee" de Cocina 33
Seguimos de viaje y ahora nos desplazamos al sur del continente americano con el “Vaciado de ternera asado en costra de especias”. No se especificaba que se tratara de ternera argentina, pero el “vaciado” es un corte especialmente apreciado por los argentinos. Carne jugosa y de buen sabor, con una capa exterior de especias para dar un cierto toque crujiente, que se acompañaba de patatas fritas y ensalada.
"Vaciado de ternera con costra de especias" de Cocina 33
Y de nuevo regresamos a Asía y concretamente a Tailandia con los potentes “Udon Bangkok”. Los udon -fideos con harina de trigo-, eran bastante gruesos y estaban acompañados de una salsa con curry, leche de coco, pimientos y lima. Estaba muy bueno, pero quizás no sea acto para todos los paladares por el grado de picante que tenían.
"Udon Bangkok" de Cocina 33
Finalizamos con tres postres. De elaborada y vistosa presentación, nos gustaron, pero sin causarnos el alto entusiasmo que supuso todo lo anterior. Los tres postres fueron el “Soufle de turrón y avellana”, la “Tarta de manzana al estilo 33” y “Viva el chocolate”, este último acompañado de helado de canela.
Destacaron positivamente un par de detalles más: el pan de cebolla y semillas de amapolas que nos sirvieron y la disponibilidad de cervezas artesanales cordobesas, en este caso de la marca “Bandolera”. Éstas están elaboradas en Algallarín, población del centro-este de la provincia, curiosamente muy ligada al mundo de la cerveza artesanal ya que aquí también nacieron las marcas Son y Turdetana.
Cerveza artesana "Bandolera" de Cocina 33
La cuenta fue de 97,5 euros. Por
tanto, comer en Cocina 33 nos puede suponer movernos en el entorno de los 25
euros por persona lo que nos parece un precio más que interesante teniendo en
cuenta lo que disfrutamos con la comida, la excelente atención de Gloria, los
equilibrados tiempos de espera y el agradable ambiente.
Paredes con dedicatorias de Cocina 33
Está claro que “las apariencias engañan”. Así lo decía uno de los mensajes escritos en ese mosaico de mensajes que tapizaban las paredes. Cuando crees que lo bueno ha quedado atrás y te introduces en un lugar de imagen alternativa, no llegas a presagiar que estas ante un interesantísimo establecimiento en lo culinario, como así fue. Por cierto, que no pudimos evitar preguntar por el enigmático nombre de este negocio y parece ser que todo responde a que “33” era una especie de coletilla graciosa que utilizaban recurrentemente David y Gloria para sus conversaciones. A la broma se unieron ciertas connotaciones culinarias que encontraron relacionadas con este número y de ahí que todo cuadró para dar identidad a su restaurante. Hemos investigado y no hemos sido capaces de encontrar el significado gastronómico de este número, pero si esta claro que en Córdoba “Cocina 33” significa buena cocina y buen comer.
Exterior de Cocina 33
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