C/ Doctor Fleming, 1
Lleva hay de toda la vida, bueno
realmente desde 1979, pero no había tenido ocasión de visitar esta taberna. Por
unas cosas o por otras no había podido ser y ahora me arrepiento. La visita a
una taberna tradicional cordobesa suele ser una garantía de acierto: comida
casera, por lo general raciones generosas a precios medianamente asequibles. Ya
he pasado por unas cuantas y no suele fallar pero que además llegue a
sorprenderte, eso no suele ser lo habitual y eso es lo que hemos experimentado
al hacerles una visita.
Los visitamos un lunes por la
noche y quizás sea un buen momento. La taberna es pequeñita, apenas diez mesas
por lo que supongo que un fin de semana puede ser un poco complicado conseguir
mesa. Por cierto, muy importante es saber que los domingos no abre en todo el
día. Algún intento de visitar la taberna quedó frustrado por esta razón. Al acceder
apreciamos una taberna muy bien iluminada que nos deja ver sus mesas mármol y …
primera sorpresa. Aclarar que es invierno y una noche bastante fría.
Inmediatamente comprobamos que todas las mesas tienen sus enaguas. El camarero
al sentarnos comprueba que el brasero esta puesto. Como os lo cuento. Cada mesa
tiene sus enaguas y su brasero eléctrico. Vamos, como si estuvieras en casa.
Nos dejan la carta e intentamos decidir. Sólo teníamos claro que esa noche caía
un salmorejo de espárragos, una de sus especialidades que ha cobrado cierta
fama, y el camarero vuelve para recomendarnos algunos platos para ese día o de
temporada. Comprobamos que seguir las recomendaciones es una excelente opción.
Nos decantamos, aparte del salmorejo, por una ensalada de perdiz escabechada,
huevos de codorniz y variedad de lechugas y canónigos, así como una carne de
cerdo preparada en salsa al estilo del jabalí en salsa. Con un pan de telera y
unos palillitos degustamos el salmorejo de espárragos. Que maravilla. Yo creía
que el salmorejo de tomate de toda la vida era difícil de superar. Quizás no lo
supere pero lo iguala de todas todas. La textura excelente, acompañado de huevo
duro, chorreón de aceite - no soy muy partidario de este toque pero
cierto es que no era excesivo - y sabor muy suave. Falta poco para acabar el salmorejo
cuando llega la ensalada. La fuente es enorme, más si vas en pareja como es el
caso, pero es una autentica maravilla. Sencilla y con una vinagreta ciertamente
perfecta. Por último la carne. Un plato muy bien servido y rodeado de sus
patatitas fritas de guarnición. La salsita plena de sabor y excelente para
mojar el pan de telera que nos queda.
Por último el postre. Casi no
queda sitio pero hacemos un esfuerzo y nos dejamos aconsejar una vez más:
compartimos unas fresas regadas de Pedro Ximenez y un tocino de cielo (lo
rodean de nata). Por último, nos invitan a un vinito de postre oloroso y unas
minipalmeritas. Estos detalles siempre se agradecen.
Con las tres cervezas para
acompañar, la cuenta asciende a 45,5 euros. El precio de los postres, 4,5 y 5
euros, incrementa algo más de lo habitual para lo que suele ser una taberna. Bien
es cierto que los postres son caseros y merecieron la pena degustarlos.
A destacar la atención y
amabilidad de los camareros, así como sus excelentes recomendaciones. Los
tiempos de servicio son adecuados: sin pausa pero sin acumular de más.
El brasero, el salmorejo de
espárragos, la ensalada, la salsita de la carne, el pan de telera, la
combinación del Pedro Ximenez con las fresas y la buena atención y consejos,
hacen que la noche quede como inolvidable.
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