En el corto espacio de un mes, la cocina de Paco Morales volvió
a ser protagonista y por partida doble. Lo más reciente, el 20 de noviembre, la
concesión de la segunda Estrella Michelin para Noor, su restaurante de moderna
cocina andalusí. Un auténtico hito para el cocinero cordobés y al mismo tiempo
para una ciudad como Córdoba que prolonga una autentica época dorada para el
sector hostelero. Menos de un mes antes, y lo que en este artículo nos ocupa,
se producía la apertura de NANITA, el segundo establecimiento de la marca Paco
Morales para su ciudad.
Para conocerlo nos trasladamos al céntrico Pasaje Rumasa. Aquí
abría Nanita sus puertas el 28 de octubre ocupando el espacio que había dejado unos
meses antes el proyecto gastronómico y solidario Tabgha para trasladarse a la
nueva dirección de San Felipe, 15. Nanita linda igualmente con otro ilustre
restaurante cordobés: Pic-Nic. Con este panorama vecinal, nace este nuevo
restaurante bastante alejado de su predecesor y del mencionado vecino
colindante.
Mesas altas en Nanita
Si en nuestro anterior artículo dedicado a la arrocería Casa
Pepe Sanchís, hablábamos de un espacio donde la ambientación no tiene especial
protagonismo, ahora nos toca decir todo lo contrario, ya que ésta se erige como
uno de sus puntos fuertes. Lugar moderno, luminoso y sofisticado por momentos. Blancos
y maderas predominan, con detalles decorativos en negro y dorado, y evidentes
toques naturalistas. Nada más entrar, y si miramos a la derecha, nos
encontramos las mesas del teórico comedor mientras al frente y la izquierda se
encuentra una siempre concurrida barra y algunas mesas y sillas altas. Se podría
hablar de dos ambientes fusionados para degustar una misma cocina y donde
ocupar un sitio u otro es una simple cuestión de oportunidad: dependerá de
nuestro día y hora de llegada, de paciencia, si queremos esperar para ocupar un
sitio concreto, o de la disponibilidad si hemos tenido la precaución de hacer
una reserva previa. Nosotros -éramos dos comensales- así lo hicimos.
En apenas unos días desde la apertura, se constatan llenos absolutos.
La apertura ha causado sensación y podríamos calificarlo como la apertura del
año junto a los restaurantes de Juanjo Ruiz en la igualmente céntrica Casa de
Manolete.
Mesas e interior en Nanita
Nanita se presenta con una carta no especialmente extensa. Ésta
se estructura en cinco bloques donde arrancaríamos con los “bocados pequeños”: platitos
o tapas sugerentes pensadas para degustar individualmente y con las manos. En
un formato algo mayor, ideales para compartir entre dos comensales, se disponen
carnes, platos del mar y los llamados “Nanita Style”. Y por último tendríamos
los postres que indistintamente podemos compartir o tomar en solitario. Sin
duda hay un definido enfoque al producto -ostras, burrata, la gamba blanca, la ternera
gallega- y al recetario castizo español -bravas, bocadillo de calamares,
croquetas, callos-. No faltan las notas cordobesas -mazamorra, salmorejo o el “sorbete
de naranja,PX y AOVE- y algún guiño a la cocina de ultramar -milanesa de
ternera o el helado de dulce de leche-.
Dispone de una amplia carta de vinos que destaca por la
variedad de tipos y procedencias. La cerveza de la casa es de la marca
Alhambra.
Carta de Nanita tras la apertura en 2019
Atiende personal muy joven, pero profesional y con ganas de
agradar. Destaca el buen hacer y organización de su jefa de sala que además nos
asesora y aclara todas nuestras dudas con alguno de los platos.
Cesta de pan -incluye láminas de pasta de arroz prensada y frita- en Nanita
Cervezas en Nanita
Tras estudiar la carta, intentamos hacer una selección que
sea muestra de lo que ofrece la carta, aunque prácticamente todo es sugerente e
invita a ser probado. De entre los “Pequeños bocados”, probamos el “Bollo
preñao con chorizo y huevo de codorniz frito”, el “Mini-maiz brasa con praliné
de avellana y chiles secos” y por último el “Bocatín de calamares con mahonesa
de limón”. Disfrutamos con los tres, pero recomendamos especialmente los dos
primeros: el contundente y asturiano “bollo preñao” y el sorprendente, e
inesperado, buen sabor del mini-maiz.
“Bollo
preñao con chorizo y huevo de codorniz frito” de Nanita
“Bocatín de calamares con mahonesa
de limón” de Nanita
“Mini-maiz brasa con praliné
de avellana y chiles secos” de Nanita
De los platos “Nanita Style” probamos las “Bravas Nanita con
ajo y salsa de tomate picosa” y la “Mazamorra de almendra, naranja, arrope y
nieve de queso de oveja”. Correctas las bravas, sin más, y mucho mejor la
mazamorra, de toque cítrico.
“Bravas con
ajo y salsa de tomate picosa” de Nanita
“Mazamorra de almendra, naranja, arrope y
nieve de queso de oveja” de Nanita
Como plato más principal pedimos el “Lomo bajo de rubia
gallega con pimientos del piquillo y patatas fritas”. Carne con cuarenta días
de maduración -según nos indican- que, con el punto de cocinado perfecto -poco
hecho pedimos y merece-, fue una auténtica gozada.
“Lomo bajo de rubia
gallega con pimientos del piquillo y patatas fritas” de Nanita
Finalizamos con un postre sensacional: el “Helado de dulce
de leche con su crema y flan roto”. Sin duda, un guiño de la carta a tierras
sudamericanas del que tememos un carácter extradulce que sin embargo resulta en
un postre perfectamente equilibrado. De lo mejor de la noche.
"Helado de dulce de leche con su crema y flan roto” de Nanita
La cuenta fue de 63,4 y, además de los platos mencionados,
la completaban tres copas de cerveza, un té y los servicios de pan. La media
por comensal se moverá por tanto en el entorno de los 30 euros, en una relación
calidad-precio equilibrada.
Sería injusto concluir este artículo sin mencionar el nombre
de Mariana Tapia, pareja de Paco Morales, y persona con la que comparte proyectos
gastronómicos como este que nos ocupa. Cordobesa, de Argentina, ejerce de jefa
de sala en el restaurante Noor, labor por la que recientemente ha recibido el
premio nacional 2019 concedido por la Asociación de Jóvenes Restauradores de España.
En esta ocasión, Mariana se hace partícipe del interiorismo del local que a
ella se debe en gran medida -según ha manifestado a los medios- dando sus
aportaciones y gustos decorativos, pero además adquiere un protagonismo
especial ya que Nanita es el sobrenombre familiar de la propia Mariana.
Dejamos un lugar completamente lleno, cuyo planteamiento desenfadado
y frescura le ha hecho convertirse en poco tiempo en lugar de moda. Ese
planteamiento nos recuerda a ideas que ya desarrolladas por Paco Morales con
anterioridad y que conocemos en este blog de primera mano. Nos referimos al desaparecido
Al Trapo -Hotel De las Letras en Madrid- y que descubrimos allá por 2014. En el
madrileño establecimiento se fusionaban espacio de estética actual y simpática con
cocina informal, pero de calidad y estilo propio. La diferencia fundamental
radica en la orientación mucho más internacional y de fusión de la cocina de Al
Trapo frente a la versión mucho más españolizada y local de Nanita. Todo esto
sin descartar una evolución que propicie el aventurarse en un mayor atrevimiento
con platos de aires más foráneos. La cuestión es que el concepto ha recalado ahora
en Córdoba y Paco Morales lo firma en otro año absolutamente inolvidable para
su carrera profesional y para nuestra ciudad.
Exterior de Nanita
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