Lineros, 6
Mañana del 13 de abril de 2012 en el
Puente de Miraflores de Córdoba: de repente … ¡un tipo a punto de lanzarse a
las aguas del Guadalquivir! ¿Qué pasaría por la cabeza de la primera persona
que viera ese instante congelado, el de un “bañista” a punto de lanzarse a las
aguas del río? La noticia pronto salto a los medios de una Córdoba que sonreía
con una muestra más de arte callejero y anónimo. Bueno, fue anónimo por un
tiempo, concretamente hasta que conocimos que los responsables eran los
hermanos Gamboa. Procedentes de Argentina, Nino, Matías y Javier, ya habían
dejado alguna muestra de sus dotes para el arte urbano. Pero es con esta obra,
y su puesta en escena, con la que acaban dándose a conocer.
Escultura del Bañista en el Puente de Miraflores
Todo pasa y el asunto se diluye.
La verdad es que no sabríamos decir cuando fue retirada la escultura ni lo que
paso con ella durante algunos meses. La cuestión es que el 25 de enero del
pasado año la escultura vuelve a aparecer. Pero esta vez no hubo sorpresa y hasta
el periódico daba la noticia: la escultura aparecía en el balcón del número 6
de la calle Lineros y daba nombre a un nuevo restaurante, EL BAÑISTA.
Objetivo conseguido: llamar la
atención. Aunque hemos de reconocer que al mismo tiempo se consigue conservar
para la ciudad esta simpática obra artística a la que fácilmente podíamos haber
perdido la pista. ¿Y lo culinario? Bueno, lo cierto es que teníamos ciertas
expectativas sobre el lugar lo que nos llevó a hacerle una visita durante la
segunda mitad del pasado año dejándonos una impresión francamente positiva.
Tanto, que nos ha llevado a repetir para compartir con vosotros éste que será
el primer restaurante de la temporada.
El local, como ya hemos
mencionado, se encuentra en la calle Lineros y además en la misma acera en la que,
unas decenas de metros más adelante, encontraréis una referencia fundamental en
nuestra ciudad: el restaurante Bodegas Campos. Por cierto que el local no es
primerizo en esto de la hostelería. Aquí, por ejemplo, estuvo ubicada la
disco-taberna “El Soniquete” que dejó para el recuerdo “tapeo”, actuaciones
musicales en vivo y al parecer también, unas cuantas denuncias por exceso de
decibelios: la cosa no perduró. Más recientemente encontrábamos la “Gastro-Taberna
El Gazpacho”, un lugar para tomar tapas con un toque moderno y que nos dejó la
curiosa estampa de ver su terracita instalada en la mismísima Plaza del Potro,
pero tampoco acabó por fructificar.
Fachada del local cuando era El Gazpacho
Fachada actual de El Bañista. Solo falta El Bañista asomado a su balcón.
Y así llegamos a nuestro
protagonista, El Bañista, una iniciativa de Santiago Madueño, quien también
regenta en nuestra ciudad “Distrito Bar”, un establecimiento de copas y mucho
más entre Huerta de la Reina y Vial Norte. El restaurante, que ahora acaba de
cumplir un año, da un importante giro en julio pasado con la llegada de Claudio
Calero que, tras llevar en el pasado las cocinas de restaurantes como Alma y
Alterego, toma las riendas del negocio y, por supuesto, de la cocina.
Los platos que presenta Claudio
Calero, como ahora veréis por su carta, están basados en el producto de calidad
y de procedencias reconocidas en este sentido, lo que incluye lógicamente a
nuestra provincia. A esto habría que sumar la indiscutible influencia
mediterránea y los toques de fusión. Para que os hagáis una idea, esta es la
carta que presenta El Bañista en enero de 2013:
Tapas (realmente raciones y
medias raciones)
Tortilla de patatas
Salmorejo cordobés
Ensaladilla
Asadillo de pimientos con Melva
Jamón Ibérico
Queso puro de oveja
Salchichón Ibérico
Chorizo Ibérico
Paté de Perdiz
Rabo de toro
Carrillada Ibérica
Patatas con huevo y jamón
Entrantes
Salmorejo de remolacha y choco
Parrillada de verduras y crema
“Alioli” al estragón
Carpaccio de buey, Parmesano y
trufa con aderezo de mostaza, cítricos y encurtidos
Torta de Belalcázar, ibéricos y
membrillo “ecológico”
Berenjenas confitadas, queso de
cabra y mermelada de pimientos
Ensaladas
De tomate de Alcolea, como una
“Capresse” – rúcula, mozzarella y albahaca –
De langostinos y frutas
tropicales
De queso de cabra, nueces y
melocotón
Carnes
Duo de hamburguesas del Valle del
Esla
Presa Ibérica del Valle de los
Pedroches, boletus, piña y queso
Solomillo de buey, “verduritas” y
crema de patata a la vainilla
Magret de Pato, uvas y frutos
secos caramelizados “beurre salée”
Pescados
Dorada, aguacate y vinagreta de
frambuesa – como un ceviche –
Tartar de atún rojo
Bacalao con tomate
Salmón y soja
Pasta y Arroces
Rissoto de boletus y pato
Rissoto de gambas massala y
tomate
“Spaghetti nero di sepia”, crema
de anchoas y calamaritos
Postres caseros
Crema de yogur especiado con
frutas de verano
Tarta fría de queso al limón
Tarta de chocolate y praliné
Brownie de chocolate y helado de
vainilla
Helados y Sorbetes del día
Para el día de nuestra visita
éramos cinco personas – incluyendo un niño – y ocupamos una mesa de la planta
superior. Efectivamente, el restaurante se distribuye en dos alturas. Nada más
acceder, y a pie de calle, una zona para “tapeo” desenfadado con la barra y
cocina al fondo. Por otro lado, tras subir una escalera, encontramos la sala para
comidas y cenas. Dicha sala se divide a su vez en una estancia principal a la
que suma otra más pequeña que mira a la calle a través del balcón donde
habitualmente se encuentra la escultura de los hermanos Gamboa. Todo el
conjunto tiene un aire tradicional con suelos de loza, paredes blancas,
ladrillo, madera o sillas de enea. Aunque nos podemos olvidar tampoco toques de
azul en alguno de sus muros – será “el agua” que le falta a su acuático icono –
y por supuesto el arte contemporáneo a través de los muchos cuadros que cuelgan
de sus paredes.
Salas de la planta superior del restaurante
Tras asentarnos y ojear la carta
que os hemos mostrado – también suele haber sugerencias del día –, nos toman
nota. Nos decidimos al inicio por dos entradas a compartir: la “Parrillada de
verduras y crema alioli al estragón” y la “Ensalada de queso de cabra, nueces y
melocotón”. Buena la ensalada y sobre todo las verduras, sabrosas, con sabor y
con el curioso acompañamiento del alioli que la verdad nos gustó. Nuestro joven
acompañante se decantó por la “Cuña de
tortilla de patatas” incluida en carta, pero no debéis preocuparos si vais con
niños porque seguramente os ofrecerán diferentes alternativas como así ocurrió
en nuestra visita.
Cuña de tortilla de patatas
Ensalada de queso de cabra
Parrillada de verduras
Para los segundos tomamos exactamente los cuatro platos de
carne que ofrece la carta: el “Dúo de hamburguesas del Valle del Esla”, la
“Presa Ibérica del Valle de los Pedroches”, el “Solomillo de buey” y el “Magret
de Pato”. Muy bien todas las carnes, especialmente el solomillo de buey, en su
punto y tierno. También destacables las hamburguesas, para las que además no
ofrecen unos panecillos por si queremos disfrutarlas del modo más tradicional.
Magret de pato
Solomillo de buey
Dúo de hamburguesas
Presa Ibérica
Para
el postre compartimos un “Brownie con helado de vainilla” y la “Tarta fría de
queso al limón”, que ponían el toque fresco a una comida bastante redonda en
todos los aspectos. La bebida - una caña, un refresco, un zumo, dos copas de Ribera
y una botella de agua mineral - completaba una comanda que ascendió a 105,5
euros.
Tarta de queso
Brownie con helado de vainilla
Con un precio medio por persona
en torno a los 20-25 euros, la relación calidad-precio nos parece equilibrada, y más teniendo en cuenta las cantidades, preparación, calidad de materia prima y buen
servicio. Respecto a esto último, hay que indicar que el trato en sala es amable y muy cercano. De ello se encarga
habitualmente Álvaro, aunque el propio Claudio Calero suele acercarse hasta las
mesas para hablar con los clientes.
Aperitivo de la casa
Hay dos detalles que no podemos
dejar de mencionar. Por un lado el aperitivo gentileza de la casa con el que
suelen acompañar la bebida al ser servida. En nuestro caso hablamos de pequeñas
rebanadas de pan con queso de Zuheros, membrillo y unas gotas de aceite de
oliva - todo muy de la tierra -. Y por otro lado, el aceite cordobés Arbonaida presente en todas las mesas y que merece la pena degustar: un AOVE, coupage de picual
y arbequina, procedente de olivos santacruceños, muy cerquita de la capital.
Unos licorcitos, también detalle de la casa , acaban poniendo el punto final a una velada en este restaurante que nos deja buenas sensaciones y en el que, por cierto, esperamos "sumergirnos" muchas veces más.
Unos licorcitos, también detalle de la casa , acaban poniendo el punto final a una velada en este restaurante que nos deja buenas sensaciones y en el que, por cierto, esperamos "sumergirnos" muchas veces más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario